Siendo uno de los folclores más desconocidos de la península, la canción montañesa es también una de las tradiciones musicales con mayor riqueza cultural de nuestro país. Tonadas de transmisión oral que dialogan frontalmente con géneros como la jota, las marzas o los picayos, pero con un fondo romántico que consigue un pellizco que lo convierte en uno de los folclores más emocionales.

Por eso, desde la localidad cántabra de Cabuérniga, una casa comenzó a alumbrar una reivindicación, una recuperación y una resignificación necesaria para dotar de nueva vida dicha tradición. Esa casa es Casapalma, nombre recogido de la casa donde pasaba sus veranos en la infancia Irene Atienza, vocalista y una de las mitades de un dúo que completa Yoel Molina, compositor, productor y arreglista del proyecto.

Ambos han conseguido llevar el espíritu de la canción montañesa del siglo XX a un nuevo lugar, aunque siga siendo el mismo. Así lo han demostrado hasta ahora con los tres singles que tienen publicados hasta la fecha ("Morenuca", "Amores de largo tiempo" y "Callejuca Callejuca"), y así lo demuestran en su flamante nuevo sencillo, que hace ojitos al verano más romántico: "Con el agua de limón".

En "Con el agua de limón", Casapalma recodifican una melodía tradicional montañesa llevándola al terreno del reggaetón suave; un reggaetón casi mántrico y leve: tan cerca de la canción melódica romántica como de la electrónica de vanguardia.

Una canción que expande el radio de la música tradicional cántabra y norteña, y que pone de manifiesto el carácter líquido, emocional y sentimental de uno de los folclores más raciales de nuestro territorio.